miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cupcakes de frambuesa "Siempre nos quedará París"

(Dedicado a E. y a Y. Felicidades, guapetones.)

Cuando una se pone a rememorar los momentos claves de su vida... piensa en que normalmente llevaba puesto algo horrible y ni siquiera se había peinado. Noo, es broma. que soy tan superficial, pero hago todo lo posible para que no se note mucho. Como iba diciendo, cuando una se poner a recordar los momentos importantes de su vida, no puede evitar pensar en las palabras que los anunciaron o describieron, en los correos electrónicos, llamadas telefónicas y (sí, soy vieja) las cartas escritas o recibidas.

En los últimos años, los acontecimientos memorables vienen casi todos anunciados por correo y una rápida llamada en respuesta. Y, signo de los tiempos en que vivimos, ese correo últimamente hasta ha sido remplazado por un post en Facebook. No hace mucho cambié mi móvil a vapor por un teléfono inteligente -teléfono que está demostrando ser más inteligente que yo, me temo-, con lo que recibo las noticias más rápido que nunca, y más breves y telegráficas que nunca. Algunos ejemplos de mensajes recibidos y enviados en esos momentos estelares:

-"Adjuntamos ecografía escaneada. Prepara la paga semanal, tía Arantza." (Estoico Hermano, haciendo honor a su nombre).

-"No es canceroso. No olvides la leche, mon chevreuil." (Servidora a monsieur M.)

-"He aprendido a enviar correos, chatita. Te llamo hoy mismo para contártelo."  (Santa Madre después de uno de sus cursos.)

-"Anoche tuve otra cita. Meditando el lesbianismo." (Flaming-Hot-Sister en su página Facebook.)

-"El agua sale marrón oscuro. No naranja, ni rojiza. Marrón. Oscuro. Mucho." (Servidora a nuestro Jules.)  

-"De viaje en Nepal con mi monitor de meditación. Dale de comer a Saturno." (Lady D.)

-"Sólo existen dos verdades: el sufrimiento y la cesación del sufrimiento. La vía para alcanzar la cesación del sufrimiento es la total extinción y cesación del apego." (Monsieur M. en la página de su dojo.)

-"¡Me dio el anillito!" (Mi amiga Eddy, correo desde París.)

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Mi amiga mexicana Eddy se fue de vacaciones a París con su novio, Jean. Hace ya tiempo que viven felizmente juntos, ella también terminó de revolucionar el mundo de la lingüística, acaban de comprarse una casa (contraer una hipoteca conjunta es realmente signo de que él no te quiere sólo por tu cuerpo, Eddy), están hablando de reproducirse (también prometo pagarle su primer tatuaje, en mi calidad de tía impresentable)... el completo con queso del amor.

Así que Eddy visita por primera vez París, y entre paseos por los Campos Elíseos, fotos del arco del triunfo, vistas desde Montmartre y pasteles de Ladurée (slurrp), nota que Jean está cada vez más raro. Ella no tiene ni idea, pero el bueno de Jean busca el momento idóneo para poder hincar la rodilla en tierra y hacerle la petición de mano al estilo clásico. El chico es un romántico. El chico es incluso terriblemente perfecto, si queréis saber mi opinión. Asquerosamente adorable. No le molesta ir a ver comedietas románticas con Eddy (¡y sus amigas!), utiliza todo tipo de apelativos cariñosos con ella en público sin un rastro de pudor, le prepara a su chica baños de espuma a la luz de las velas con pétalos de rosa flotando en el agua y está dispuesto a dejarnos en la puerta de casa con su coche cada vez que salimos todos juntos. Horrible. La pesadilla de cualquier hombre. Monsieur M. empieza a mostrarse especialmente aprensivo cuando empiezo una frase por "¿Sabes lo que hace Jean?".

Eddy me cuenta el periplo parisino por teléfono. Acabo de colgarle dos veces -sin querer-, porque mi inteligencia no parece mostrarse a la altura de la de mi nuevo teléfono y su pantalla exasperantemente táctil (sé que ese adverbio no existe, no me escribáis correos, ¿no tenéis alguna colada por hacer?). Al fin consigo descolgar. Mi amiga suena contenta, incluso entre todo el ruido de la calle Sainte-Catherine. Por alguna razón que ignoro, el ayuntamiento ha decidido destripar esta calle comercial del centro y dejarla así meses y meses, la ciudad tiene un aspecto como de Beirut después de un bombardeo. Entre taladradora y pala mecánica, le pido a Eddy los detalles de La Gran Petición de Mano.

Soy una de esas mujeres desnaturalizadas que no sólo nunca ha querido casarse (pero que lo hizo debido a imponderables fuera de su control) y a la que las bodas a la española y los vestidos de Sissi emperatriz le producen brotes de urticaria, sino que una vez en la ceremonia, no quiso contratar a un fotógrafo, ni llevar ramo de flores, ni gastarse una fortuna en una comida. Si no fuera porque Santa Madre estaba presente y había que propocionarle un medio de transporte, hubiera ido al juzgado en bicicleta. Creo recordar que abrimos una botella de champán en un parque (celebré mi boda con botellón, soy una auténtica visionaria) y que comimos tarta porque una amiga encantadora nos preparó una. Tengo la extraña teoría de que la duración de la ceremonia (¡y su coste!) no es directamente proporcional a la duración de la relación de pareja. Por el momento mi teoría está demostrando ser válida: a monsieur M. y a mí nos casó un juez de paz en diez minutos, y ya llevamos juntos doce años.

Es bastante evidente que no soy precisamente la poster girl de la institución matrimonial, pero me alegro sinceramente por Eddy, que cree realmente en el matrimonio.  

Eddy me cuenta: -"Yo ya lo noté raro durante todo el viaje. Muy raro. Nervioso."

Amiga Desnaturalizada: -"¿Y?"

Eddy: -"Él insistía en hacer cosas de las que siempre hemos huído cuando viajamos juntos."

Amiga Desnaturalizada, levantando la voz para oírse entre el estruendo de las obras: -"¿«Cosas»? ¿Qué tipo de «cosas»? ¿Ir a clubs de strip-tease? ¿Un trío con una prostituta? ¿Drogas? O peor: ¿Llevarte a un partido de fútbol?"

Eddy, irritada: -"Nooo. No ese tipo de «cosas». Cosas de turista: montar en el bateau-mouche que te pasea por el Sena, hacer cola durante horas para subir a la torre Eiffel... " 

Amiga Desnaturalizada: -"Aaaaahhh... se estaba preparando el decorado, el muy pillín..."

Eddy: -"Por lo que parece, sí, pero yo no tenía ni idea. Empezó realmente a ponerme de los nervios. Esperamos mil años de pie, y una vez en lo alto de la torre, se pone a carraspear, a mirar alrededor, a sudar... en el museo de Orsay, lo mismo. Venga a hurgarse en los bolsillos..."

Amiga Desnaturalizada, con una risilla: -"Claro, le habían hecho dejar la mochila a la entrada..."

Eddy resopla: -"Jé. Exacto. Yo ya pensaba que lo iban a detener, en todos los sitios públicos se comportaba como un desequilibrado planeando un atentado."

Amiga Desnaturalizada, tapándose la oreja libre con una mano, para ahogar el ruido del taladro: -"Pero al final se lanzó."

Eddy: -"Sí. Entre todos los momentos que podría haber elegido, eligió el peor. Nos alojábamos en el piso minúsculo de una pareja de amigos suyos que viven en París."

Amiga Desnaturalizada; -"Y cuando dices «minúsculo», en proporciones parisinas eso es un piso..."

Eddy me corta: -"...realmente minúsculo. Una cabina telefónica, con baño exterior compartido con los vecinos de toda la planta. El día antes de volvernos a Montreal, ellos estaban en el salón, y yo había salido al baño. Ahí estoy, cepillándome los dientes, en pijama de patitos, la boca llena de espuma, una pinza sujetándome el pelo en lo alto de la cabeza..."

Amiga Desnaturalizada: -"... y a Jean se le ocurre acorralarte ahí."

Eddy, harta de que la interrumpa: -"Pues sí. Se arrodilla delante del lavabo, yo lo miro pensando que se le ha caído una lentilla, y encima va y entra uno de los vecinos."

Amiga Desnaturalizada: -"Bueno, mujer, c'est la vie. Podría haber sido peor."

Eddy, resignada: -"Cierto. Podría haber estado sentada en el retrete."

Amiga Desnaturalizada: -"Le dijiste que sí, imagino."

Eddy, suspirando: -"Le dije: «Oghjum...puejh cladoh que fíh, caffiño». Después me enjuagué la boca y le di un beso."

Amiga Desnaturalizada: -"Charmant."

Eddy: -"Ya lo creo."

Amiga Desnaturalizada: -"Al menos te lo pidió en París. Siempre os quedará París."

Eddy: -"Jrumpf."

Amiga Desnaturalizada: -"Todo esto me lleva a la cuestión esencial: ¿y yo qué me pongo para el evento?"

Eddy suelta un bufido irritado.

Amiga Desnaturalizada: -"Y a otras cuestiones esenciales derivadas, a saber: ¿Me va a tocar prepararte una despedida de soltera de ésas en las que vamos en rebaño al club de strip-tease masculino y llevamos puestas antenas en forma de pequeños penes?"

Eddy gruñe: -"Puedo prescindir perfectamente de las antenas. Unos margaritas y unos cupcakes en tu casa bastarían."

Amiga Desnaturalizada, entre aliviada y decepcionada: -"Uf. Hecho."

 

CUPCAKES DE FRAMBUESA "SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS"


INGREDIENTES DE LOS CUPCAKES:

- 2 tazas y tres cuartos de harina (esta vez, blanca)

- 1/2 taza de harina especial para repostería (si no tenéis, sustituir una cucharada sopera de harina normal ya medida por una de Maizena)

- 1 cucharada sopera de levadura en polvo (tipo Royal)

- 1 cucharada de té de sal fina

- 1 taza de mantequilla sin sal, a temperatura ambiente

- 2 tazas y cuarto de azúcar blanco

- 1 cucharada y media (de té) de extracto de vainilla natural

- 3 huevos grandes más una clara de huevo

- 1 taza de suero de leche (en su defecto, una taza de leche también funciona, aunque los cupcakes saldrán un poco menos esponjosos)

- 2 tazas de frambuesas frescas, más 10 para decorar (guardar las más bonitas)

- 1 taza de mermelada de frambuesas

ELABORACIÓN DE LOS CUPCAKES:

Precalentar el horno a 185º. Cubrir bandejas de muffins con moldes de papel.

Tamizar juntos la harina, la levadura en polvo y la sal. Reservar. Batir la mantequilla, añadir el azúcar y batir de nuevo hasta que no se sienta el granulado y la mezcla esté blancuzca y cremosa. Añadir los huevos y la clara de uno en uno, incorporándolos bien.

Cuando los huevos estén incorporados, añadir la mezcla de harina en dos veces, alternando con el suero (o la leche). Mezclarlo todo hasta que la masa tenga aspecto homogéneo, pero tener cuidado de no batir demasiado tiempo. Añadir las frambuesas enteras a mano, delicadamente, mezclando con una cuchara.

Verter la masa en los moldes. Hornear de 25 a 30 minutos, los primeros diez minutos a 185º y el resto a 180º, hasta que los cupcakes tengan un ligero color dorado y el palillo salga limpio cuando los pinchéis. Dejar enfriar un cuarto de hora en las bandejas de horno, sacarlos y dejar enfriar completamente antes de rellenar o glasear. 

Remover bien la mermelada de frambuesa para que esté lo más lisa posible. Con una manga pastelera llena de mermelada y una boquilla estrecha, perforar en el centro del cupcake y rellenar suavemente.

INGREDIENTES DEL GLASEADO:

- 1 bote de crema de marshmallow "Fluff". Para los lectores españoles, dos tazas y media de nubes, rosas o blancas si es posible.

- 2 cucharadas soperas de mantequilla muy blanda, temperatura ambiente.

- Media docena de frambuesas frescas (¡no congeladas!)

ELABORACIÓN DEL GLASEADO:

Batir bien la crema de marshmallow con un tenedor. Si utilizáis nubes enteras, fundirlas al baño maría o en el microondas con una cucharada de agua (vigiladlas bien para que no se os quemen). Añadir las frambuesas frescas, que darán color y sabor al glaseado. Incorporar la mantequilla y seguir batiendo hasta que la mezcla esté lo más lisa posible. Si el glaseado os queda muy líquido, demasiado como para decorar los cupcakes con una manga pastelera, (todo depende del tamaño de las frambuesas), podéis espesarlo añadiendo azúcar glas pasado por un tamiz, hasta haber corregido la textura.
Decorar los cupcakes con arte y salero. Poner una frambuesa fresca encima de cada uno.

Una vez glaseados, hay que conservar los cupcakes en el frigorífico. Y utilizarlos para celebrar una ocasión especial.



viernes, 17 de septiembre de 2010

La vuelta al cole: Santa Madre, la universidad y los ovnis.

Mis lectores cocinillas recorren este post con una mirada y se preguntan: mucha historia, mucha historia ¿dónde está la receta? Los que nunca encienden la cocina y utilizan el horno para guardar números antiquísimos del "Penthouse" y del "Hola" comprueban llenos de deleite (espero) que al fin he publicado algo, pero su entusiasmo disminuye un poco al leerlo. Es normal. Mi entusiasmo también disminuye cuando me releo.

Os juro que la receta estaba preparada y fotografiada, respetados internautas, las fotos cuidadosamente dispuestas en uno de mis ya clásicos collages, la elaboración escrita en un borrador, todo ello almacenado con amor en el disco duro de mi portátil, que en paz descanse. Mi portátil ha fallecido, y con él la receta de esta semana. Mientras escribo esto, me doy cuenta de que le va muy bien a este post de vuelta al cole, tiene un tono muy excusa escolar del estilo "hice los deberes pero no los he traído porque se los comió mi perro/ardió la casa/explotó el portátil". Y con mi nuevo trabajo ahora mismo no están las cosas como para ponerme de nuevo a hornear galletitas. O barras de cereales, que era lo que había previsto para esta entrada de vuelta al cole, por lo fálico de su forma. ¿Qué cómo he conseguido una vez más asociar la forma del falo a la historia de esta semana? Ah, seguid leyendo y lo sabréis.  


Este año en mi ligeramente disfuncional familia somos varios en volver al cole. Yo vuelvo como profesora, lo que impide que por las mañanas utilice como excusa que me duele la tripa y que no quiero ir. Tampoco me voy a quejar, la verdad es que me gusta estar de vuelta. Sobrino Espitoso se incorpora con gracilidad a su escuela primaria, y Bebé Brutita aterrorizará a todo el parvulario con su exceso de carácter. Incluso Santa Madre vuelve a los pupitres, justamente la semana pasada recibí una llamada suya :

Hija Ingrata: -"Oui, allô?"

Santa Madre: -"Hola, chatita. ¿A qué no sabes adónde voy a ir a finales de septiembre?"

Hija Ingrata: -"Mh, ¿A Benidorm?" digo, la cabeza ladeada sujetando el teléfono, mientras apilo en un plato una montaña demencial de tortellini que acabo de cocer (si un día muero de algo súbito, será de un atracón de tortellini).

Santa Madre: -"Noo. ¡A la universidad!" dice, la voz chispeante de una mezcla de júbilo y orgullo.

Hija Ingrata: -"¡¿Ah?!" Ahora tengo curiosidad. Me siento a la mesa, cambio el teléfono de oreja y empuño el tenedor. -"¿Y cómo es eso?" (Aquí tengo que aclarar que Santa Madre tuvo una infancia no precisamente fácil y, que pese a adorar el colegio con toda su alma, tuvo que dejar la escuela antes de terminar la primaria, y ponerse a trabajar. Sí, en España era la época en la que los niños también contribuían a ganar el mendrugo de pan nuestro de cada día. Con un entusiasmo y un tesón envidiables, terminó la escuela primaria conmigo encaramada a sus rodillas, literalmente. Me venía a buscar a la salida de mi colegio y nos íbamos al suyo. Más tarde se lanzó al bachillerato, del que también salió airosa y llena de bien justificado orgullo. Tras el bachillerato, la escuela de idiomas. Inglés, está en tercero. Si la mitad de mis alumnos tuvieran la misma pasión por aprender que Santa Madre, yo tendría un orgasmo académico cada vez que voy a trabajar. Para mi Santa Madre estudiar es un premio, una suerte, un privilegio, una satisfacción. ¿Se podrá extraer un suero de la sangre de mi progenitora, algo que se pueda inyectar en alumnos de secundaria para ver si produce el mismo efecto?)

Santa Madre responde, alborozada como una colegiala (y nunca mejor dicho): -"La Universidad del País Vasco ha creado una universidad de la tercera edad, a la que pueden acceder todos los mayores de sesenta. Me matriculé, pero no había suficientes plazas disponibles. Alguien anuló la matrícula... ¡y me han llamado! ¡Voy a estudiar con profesores universitarios de verdad!"

Los carrillos llenos de tortellini dificultan un poco la maniobra, pero aún así no puedo evitar una sonrisa de oreja a oreja. Me encanta oír a Santa Madre cuando está contenta. Me alegro sinceramente por ella. Me encanta aún más cuando está concentrada en hablarme de su vida y no se ocupa de la mía.
Hija Ingrata: -"¿Y en qué cursos te vas a matricular?"

Santa Madre suena como un niño haciendo la lista para los Reyes: -"Eeh, francés, matemáticas, biología, historia... y... déjame que piense..."

Hija Ingrata: -"Woah! ¿Y te va a quedar tiempo para dormir?"

Risita materna.

Hija Ingrata: -"¿Cuándo empiezas?"

Santa Madre: -"La primera semana de octubre, pero algunas actividades ya han comenzado. Esta semana, por ejemplo, empiezan unas charlas que tienen que ver con el curso de biología."

Hija Ingrata: -"¿Unas charlas sobre...?" Más tortellini.

Santa Madre empieza a farfullar y a emitir esos ruidillos dubitativos que hace cuando se siente incómoda: -"Eh, bien, ajem, la primera fue ayer, era una conferencia de...eh..."

Masticando como si no existiera el mañana (ni el biquini), la incito a seguir, ignorando su malestar: -"¿...de?"

Santa Madre: -"Eh, uhm, bueno, la daba una psicóloga..."

Hija Ingrata: -"¿Una psicóloga? ¿Una charla relacionada con la biología?"

Santa Madre: -"Sí, eh, era, uhm, una psicóloga especializada en, bueno, ya sabes..."

Hija Ingrata: -"¿En...?" Cruel, lo sé, pero tengo bastante hambre y no quiero parar de engullir tortellini para sonsacarla.

Santa Madre baja la voz en una especie de susurro inútil, ya que vive sola: -"...era una sesóloga" (Lo de que a mi madre le patinen las equis cuando habla de temas embarazosos siempre me ha parecido entrañable.)

Hija Ingrata, ahora con cierta diversión en la voz, limpiándome con la servilleta: -"¡Ah! ¿Era una conferencia de educación sexual? ¿Para gente de la tercera edad?" (Nota de incredulidad.)

Santa Madre: -"Bueno, hija, una nunca lo sabe todo. Yo crecí en otros tiempos, ya sabes."

Hija Ingrata: -"¿Y aprendiste algo interesante?" (A veces soy una mala persona, de verdad.)

Santa Madre intenta adoptar un tono de desapasionado interés académico: -"Oh, sí. Nos habló de un montón de cosas. De la importancia del seso en una vida sana y equilibrada, de la frigidez que afecta a las mujeres de mi generación, por la educación que recibimos..."

Hija Ingrata: -"Ah-já..." La animo, mientras pelo una naranja.

Santa Madre: -"...de la m-masturbación..." dice, rapidillo, con la vana esperanza de que no la pare.

Hija Ingrata: -"Ah. ¿Y qué os contó sobre la masturbación?" Pregunto, con una sonrisa sardónica (una nunca lo sabe todo).

Santa Madre: -"Eh, bien, que es importante para mantener los niveles hormonales después de la menopausia, que produce endorfinas, que son antidepresivos naturales, que aunque una se haya quedado viuda, hija mía, no veas la cantidad de viudas que asistíamos a la conferencia, si yo fuera un hombre de setenta tendría miedo, la verdad, había dos y acojonados, estaban, los pobres--"

Hija Ingrata: -"--al grano, mamá-" interrumpo, y divido la naranja en gajos.

Santa Madre: -"...que aunque una sea viuda «eso no quiere decir que tenga que renunciar al placer en solitario» por la forma en que lo dice, con tono de alumna aplicada recitando la lección, sé que está citando a la sexóloga literalmente. Mi madre no habla con ese estilo cruce de  Corín Tellado y la doctora Ochoa.

Hija Ingrata: -"-Mh." asiento, la boca llena de naranja, y empezando a darme cuenta de estoy hablando de masturbación con mi Santa Madre, la misma que cuando Estoico Hermano y yo éramos adolescentes, se refería al sexo con la expresión "El Acto", así, con mayúsculas. Era algo que no se hacía, nos advertía, por su tono intuimos que más bien se cometía. -"¿Y qué más dijo?"

Santa Madre: -"Pues nos dijo que había que hablar del tema con naturalidad, que las mujeres teníamos que volvernos las dueñas de nuestra sesualidad, y fue la tía y sacó una caja llena de cacharros y empezó a enseñárnoslos."

Hija Ingrata: -"¿Cacharros?" Digo, sinceramente perdida. Una imagen un poco absurda de una reunión tupperware presidida por una sexóloga me pasa fugazmente por la mente.

Santa Madre: -"Um, sí, unos, eh, c-cacharros que se, uhm, agitan, en forma de...uh..."

Hija Ingrata: -"¿Unos VIBRADORES?" Olvido el resto de la naranja en el plato. Esto es demasiado. Lucho por no soltar una carcajada.

Santa Madre vuelve a sonar súbitamente como la madre que siempre ha sido, la voz llena de sospecha y desaprobación:  -"¿Tú conocías esos, ah, chismes? ¿Los habías visto?" (sólo le falta completar con un ¿desde cuándo? y terminar con "¡castigada sin tele!").

Hija Ingrata: -"¡Pues claro, mamá!" Barboto. "Todo el mundo sabe lo que es un vibrador. Estoico Hermano sabe lo que es un vibrador. Sobrino Espitoso ya ha sido informado en el patio del recreo, de eso estoy segura. Y Bebé Brutita lo será en breve, cuando se aburra de hablar de los capítulos de Dora de esta semana. "

Santa Madre prosigue el interrogatorio, en parte desaprobadora y en parte horrorizada: -"¿Y sabías para qué, ejem, sirven?"

La conversación toma un camino que no quiero seguir. No con mi Santa Madre. No mientras como. Respondo, neutra: -"Claaro, mamá. Para hacer masajes."

Santa Madre se aferra a la respuesta con desesperación: -"Masajes. Sí. Eso." Asiente frenéticamente. 

Hija Ingrata: -"Relajar tensiones", añado, con media sonrisa.

Santa Madre: -"Sí, agh, sí, eso nos dijo la psicóloga." Aliviada. -"Mira, chatita, te dejo, que tengo un potaje en el fuego." Con voz ahogada.

Tras los recuerdos de rigor, sigo comiendo la naranja, riéndome sola. Santa Madre ha descubierto los Objetos Vibradores No Identificados. Rápido, llamemos a Mulder. La verdad está ahí fuera, en la universidad de la tercera edad y sus charlas de biología cachondona. Yo sabía que la cultura abre nuevos horizontes, pero no pensaba en unos horizontes tan al sur del ecuador. 


Monsieur M. entra en la cocina cargado con un nivel de burbuja y un taladro. Mira la hora en el reloj, me mira a mí, sentada a la mesa aún sonriendo sola, y dice: -"¿Era tu madre?"

-"Sí." Más sonrisas.

-"¿Qué tal está?"

-"Oh, bien. Muy bien."

-"¿De qué hablabais?" Curioso, al ver mi expresión.

-"De vibradores."

Silencio, durante el cual monsieur M. me mira fijamente.

-"No sé para qué pregunto", masculla, mientras entra en el cuarto de baño.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Autobombo desmesurado

Imagen maravillosamente diseñada por Delicia Andino

No, no soy una vaga ni estoy aún de vacaciones en un complejo hotelero en Cancún. Si no escribo ni respondo a vuestros siempre bienvenidos comentarios es porque alguien ha cometido la locura de contratarme. Y ando muy ocupada. Tanto, que ya no es que no cocine, es que lanzo TV dinners directamente del congelador al microondas sin ni siquiera sacarlas de la caja de cartón. De todas formas, no hay mucha diferencia entre el sabor de la caja y de esa supuesta comida. Pero no os inquietéis por vuestra dosis de sirope de alce, ésta es una situación pasajera, hasta que consiga salir a flote en este nuevo trabajo. O hasta que me echen, cualquiera de las dos alternativas me dejará tiempo para hornearos algo. Entretanto, hoy este post va de espantosa autopromoción y ego sobredimensionado.

Hace unas semanas conocí a Florencia, una periodista argentina y uno de los cerebros creadores de TuAlmaZen. Este interesante sitio intenta llevar al país del churrasco corrientes nuevas de alimentación sana (lo del tofu me temo que va a ser difícil), medicinas alternativas y desarrollo sostenible, entre otras muchas cosas. Florencia había leído mi blog y estaba interesada en entrevistarme, aprovechando su estancia en Montreal. Cuando me dio el nombre del sitio, yo pensé con cierto malestar en todas esas veces en las que me choteo en este blog de los "integristas del integral", en la malvada Naturópata Alternativa, ese personaje ecolo-fascistoide con el que me regodeo abundantemente de los verdes extremistas, y le pregunté: -"Eehm, ¿estás segura de que has leído mi blog detenidamente?".
Y bien, queridos lectores, la reportera más dicharachera de toda Argentina no sólo había leído mi blog con atención, sino que me demolió algunos clichés sobre la gente que, como ella, es bastante militante en ecologismo, se pasea en bicicleta adondequiera que vaya y visita regularmente restaurantes crudívoros. Todo ello con un acento cautivador que me hizo sonreír como una idiota durante el primer cuarto de hora que hablé con ella.

He aquí la entrevista. Es de una longitud sonrojante. Y rezuma una "argentinidad" encantadora. La ilustración que la acompaña es tan estupenda que hasta he pasado por alto mi norma de no asomar mi -más o menos- anónimo hociquillo por este blog (no sea que mi nuevo jefe me reconozca).

miércoles, 1 de septiembre de 2010

De vuelta

Qué pereza, qué barbaridad. Tras un verano largo, lento, húmedo y calurosísimo, verano que por cierto no se resigna a terminar en Quebec, heme aquí de nuevo, rascándome la cabeza y buscando algo interesante que contaros y recetas con las que haceros salivar.

Mientras intento reactivar las neuronas reblandecidas por el calor y me decido a encender el horno que ha permanecido apagado durante estos dos meses, relleno este post con lo que todas las familias y amigos rellenan las conversaciones a la vuelta del veraneo: el álbum de fotos del verano.